Ambas fueron rescatadas de las redes por pescadores artesanales de San Clemente del Tuyú y rehabilitadas por la Fundación Mundo Marino. Una de ellas, además de recuperarse de un grave cuadro infeccioso, defecó nylon.
Con la colaboración de Roberto Ubieta y Alejo Vera, dos pescadores artesanales de San Clemente del Tuyú, dos tortugas cabezonas (Caretta caretta) tuvieron una segunda oportunidad al regresar al mar esta semana. Hace varios años que Ubieta y Vera colaboran voluntariamente con la Fundación Mundo Marino, rescatando las tortugas marinas que quedan, accidentalmente, atrapadas en sus redes de pesca. Capacitados en brindar primeros auxilios a estos reptiles marinos por el trabajo de concientización que realiza la organización san clementina, en lo que va del año ambos rescataron 16 tortugas, entre cabezonas y verdes (Chelonia mydas). Lamentablemente,10 de ellas, durante el proceso de rehabilitación defecaron distintos tipos de plástico.
En el caso de las dos tortugas cabezonas que fueron reinsertadas durante la mañana del jueves 21 de marzo, una de ellas presentó una importante infección en sus fosas nasales al momento de ser asistida. Sus vías respiratorias altas estaban totalmente obstruidas por un absceso. “A través de radiografías y de rinoscopias pudimos determinar que el foco infeccioso estaba concentrado en las fosas nasales, ya que nuestra preocupación era que también se haya expandido a los pulmones”, explicó Hiram Toro, coordinador operativo del equipo veterinario del Parque Educativo Mundo Marino. A su vez agrega: “Además de suministrar antibiótico intramuscular, tuvimos que realizar seis sesiones breves, distribuidas en el tiempo, y de no más de 10 minutos, para limpiar y extraer pus de sus fosas nasales. La brevedad de las sesiones se debió a generar el menor stress posible al animal en pos de conservar y mantener su bienestar”.
Esta tortuga ingresó a la Fundación Mundo Marino el 7 de enero del presente año, por lo que su proceso de rehabilitación llevó más de dos meses. “Si no se realizaba ese procedimiento, difícilmente esa tortuga hubiera sobrevivido. Por un lado, por el riesgo de que la infección se generalice y se vuelva sistémica. Por otro, porque un animal en esas condiciones es menos competitivo frente al resto para buscar alimento y desplazarse”, sintetizó Toro. En el caso de la otra tortuga cabezona que se reinsertó, simplemente se la estudió para corroborar que no tuviera síntomas de ahogamiento por el enmalle en redes. Su rehabilitación duró pocas semanas.
En cuanto al estado de conservación, la tortuga cabezona se encuentra “vulnerable” según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), mientras que el de la tortuga verde es de “en peligro de extinción”.
La amenaza del plástico
En lo que va de año, diez tortugas rehabilitadas defecaron plástico durante su proceso de rehabilitación. Si bien las dietas de cada una de las especies difiere, esto sucede porque ellas confunden su alimento natural (medusas y fauna gelatinosa) con distintos tipos de plásticos que se encuentran en el mar. Una realidad que también encuentra sus causas en los censos de basura en playa que hace tres años viene realizando Mundo Marino en conjunto con otras organizaciones. Según la última edición de ese censo, el 82% de la basura registrada durante 2018 estuvo compuesta por plástico.
“El plástico en las tortugas desencadena una serie de consecuencias fisiológicas negativas que pueden llevarlas a la muerte. La acumulación de ese material en su tracto intestinal afecta su capacidad de buceo y de inmersión por la gran cantidad de gas que genera”, explicó Karina Álvarez, bióloga y responsable de Conservación de la Fundación Mundo Marino. A su vez agregó: “Al ser animales ectotérmicos, eso implica que su temperatura corporal depende del entorno, por lo que necesitan migrar en búsqueda de temperaturas más aptas. Ellas suelen estar en nuestras costas entre primavera y principios de otoño cuando inician la migración hacia aguas más cálidas de Brasil. Si están afectadas por el plástico, muy probablemente no puedan realizar esa ruta migratoria”.
Monitoreo satelital
A partir de la investigación que realiza desde 2004 el Programa Regional de Investigación y Conservación de Tortugas Marinas de Argentina (PRICTMA), del cual forman parte la Fundación Mundo Marino, el Instituto de Investigaciones Marinas y Costeras (IIMyC) y el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP), entre otras instituciones, se pudo comprobar a través del monitoreo satelital de estos reptiles, que el estuario del Río de La Plata es área de alimentación de tres especies de tortugas marinas: Verde, Cabezona y Laúd (Dermochelys coriacea). Esa zona de alimentación coincide también, según la investigación, con áreas elegidas por las flotas pesqueras, lo cual aumenta las probabilidades de la pesca incidental de estos reptiles marinos.